lunes, 28 de octubre de 2013

Restauración de "El Expolio", obra de El Greco

El Expolio, enriquece temporalmente las salas del Prado
Publicado en El Mundo.es - Fuente Efe Madrid

La finalización del acondicionamiento de la sacristía de la Catedral de Toledo ha permitido la exhibición en el Museo del Prado de 'El Expolio de Cristo' tras su restauración, convirtiendo la sala donde se muestra, rodeado de otras pinturas de El Greco, en una de las más espectaculares del museo. Así lo ha valorado Leticia Ruiz, jefe del departamento de Conservación de Pintura Española (1500-1700), para quien la trayectoria creativa "espectacular y desconcertante" del pintor cretense sólo es comparable con la de Picasso.

Poco antes del pasado verano, 'El Expolio' llegó al Prado para su investigación y posterior restauración en los talleres del museo, con motivo de la celebración el próximo año del cuarto centenario de la muerte del artista, organizado por la Fundación El Greco 2014. Con motivo de este aniversario se están llevando a cabo obras de acondicionamiento en la sacristía de la Catedral, por lo que hasta que estas intervenciones no finalicen, lo que previsiblemente será en diciembre, la obra permanecerá en la sala 9B del Prado junto a 'La coronación de la Virgen', 'La Resurrección de Cristo', 'La Anunciación', 'La Crucifixión', 'Pentecostés' y cerca de 'La Trinidad'.

Tras un estudio previo, la obra fue trasladada al Prado para su documentación técnica y restauración. "Y ahora estamos encantados de poder ver esta obra magnífica y estupendamente conservada", que ha recuperado "toda su fuerza y esplendor artístico. Sigue siendo igual de impresionante que cuando la pintó El Greco, resaltando su fantasía y habilidad creadora", en opinión del director adjunto del Prado, Gabriele Finaldi.

Según el restaurador Rafael Alonso, por cuyas manos han pasado ya numerosas pinturas del pintor cretense, la obra se encontraba en un estado de conservación "excepcional". El montaje del lienzo que realizó El Greco ha ayudado a preservar la obra de inclemencias. Además, el hecho de que siempre se haya mantenido en el mismo ambiente ha hecho innecesarias intervenciones que hubieran perjudicado el relieve y la calidad de las pinturas originales.

Estudio y limpieza

"El Greco utilizaba, por su gran calidad y dimensiones, una tela que se usaba para hacer manteles", ha recordado Rafael Alonso, cuya intervención ha consistido básicamente en la reintegración y consolidación cromática de levantamientos y pequeñas pérdidas en el borde inferior. Tras estos trabajos, se llevó a cabo una limpieza que ha permitido recuperar el equilibrio de las luces y las sombras, "mejorando las relaciones espaciales y cromáticas y, con ello, la visión global de la composición".

"Al cabo de los siglos, los barnices se habían alterado y eso hacía que la pintura tuviese aspecto plano; los colores estaban amortiguados por una pátina que ensuciaba el cuadro", comentó el restaurador, que valoró el trabajo como "delicado", ya que la limpieza de una obra "es lo más difícil". Según se fueron bajando el nivel de los barnices, "se veía cómo la luz lateral iba definiendo los planos de la composición", ha destacado Rafael Alonso, quien comentó que la exhibición de la pintura junto a la reflectografía infrarroja y la radiografía de la pintura permiten apreciar que el pintor no tuvo arrepentimientos.

"No realizó cambios sustanciales en la composición inicial, lo que indica que concibió una idea general que fue cuidadosamente trabajada de antemano", ha señalado el restaurador, quien destacó el juego de luces y color utilizado "con gran maestría" por el artista.

Por su parte, para Leticia Ruiz 'El Expolio' supuso la primera oportunidad que tuvo El Greco de hacer algo grande tras su llegada a España, y supuso un punto de inflexión en su trayectoria. Cuando el artista llegó a nuestro país, era "un pintor maduro", de gran complejidad formativa, que decidió irse de Venecia a Roma y posteriormente a España, donde se vinculó con El Escorial y con Toledo. "Allí tuvo oportunidad de demostrar que era un pintor que dominaba la técnica veneciana y el óleo sobre lienzo. Recuperó la riqueza y suntuosidad del color veneciano con una idea de composición que se vincula con el mundo bizantino del que procedía", advirtió.

El deán de la Catedral de Toledo, Juan Sánchez, ha recordado en su intervención que, inicialmente, el Cabildo no quería que el cuadro saliera de la sacristía, pero, aseguró, se dieron cuenta de que el Prado "era el único que podía restaurar la obra".



jueves, 17 de octubre de 2013

Una muestra sobre la Villa de los Papiros de Herculano

La Casa del Lector explora el tema de la lectura y la escritura en la Antigua Roma a través de los hallazgos realizados en esta suntuosa residencia suburbana.

Fuente: National Geographic España


"Estatua de bronce de un corredor 
del gran peristilo del jardín de la Villa de los Papiros" 


La erupción del Vesubio en el año 79 asoló Pompeya y Herculano y con su ceniza sepultó la llamada Villa de los Papiros, una lujosa residencia campestre situada a las afueras de esta última ciudad, llamada así porque alojaba una magnífica biblioteca formada por más de 1.800 papiros que resultaron carbonizados, pero se trata de la única biblioteca de la Antigüedad clásica que se ha conservado. Esta villa suburbana, que se extendía frente al mar, fue descubierta a mediados del siglo XVIII y las excavaciones corrieron a cargo del ingeniero suizo Karl Jacob Weber.

La Casa del Lector presenta la exposición La Villa de los Papiros, organizada conjuntamente con el Museo de Arqueología Virtual de Herculano (MAV), del 17 de octubre de 2013 al 23 de abril de 2014 en Matadero Madrid. La muestra, comisariada por Carlos García Gual y Nicola Oddati, explora el tema de la lectura y la escritura en la Antigua Roma, a través de la Villa de los Papiros, y en segundo lugar se centra en las excavaciones arqueológicas que se realizaron en el siglo XVIII y que dieron un nuevo impulso a la historia cultural de Europa. 
La primera parte de la exposición incluye una reconstrucción virtual de las distintas estancias de la Villa de los Papiros, elaborada a partir de las últimas excavaciones arqueológicas, y también útiles originales de escritura y una selección de pintura pompeyana en que destaca el célebre retrato pompeyano de Terencio Neo con su esposa. El único papiro desenrollado en su totalidad, de más de tres metros de longitud, ha viajado por primera vez desde la Biblioteca Nacional de Nápoles con motivo de esta exposición. 

En la segunda parte se exhiben los vaciados en yeso de las esculturas que se fueron descubriendo en la suntuosa Villa de los Papiros y que fueron enviados a Carlos III, además del plano original de la villa que dibujó Karl Weber. Una máquina para abrir los papiros, ideada por el padre escolapio Antonio Piaggio, también abandonará Nápoles por primera vez. El recorrido finaliza con una exposición bibliográfica que trata dos temas: la Stamperia Reale, el proyecto editorial de Carlos III en Nápoles, cuyos frutos más relevantes son los ocho volúmenes de Le antichità di Ercolano esposte (1757-1792), la obra que hizo posible el estilo neoclásico en toda Europa con la difusión de los descubrimientos de las ciudades vesubianas; y el impacto en toda Europa de las excavaciones hasta el año 1800, a través de las obras de los más destacados viajeros del Grand Tour, incluidos algunos españoles. 





Enlace web: Casa del Lector 


jueves, 10 de octubre de 2013

Velázquez y la familia de Felipe IV (1650-1680)

Fuente: ABC.es (publicado 10-10-2013)


Cronológicamente, la exposición comienza durante la segunda estancia de Velázquez en Roma en 1650 -cuando llevaba más de un año fuera de España- donde realizaría una docena de retratos de la corte papal, de los cuales cuatro figuran en la muestra. Dichos retratos forman un capítulo aparte en el catálogo de Velázquez, quien a través de ellos ampliaría decisivamente los registros expresivos logrando reflejar con auténtica maestría la personalidad e inquietudes de sus modelos.
El primer ámbito de la muestra arranca con el retrato del Pontífice Inocencio X procedente del Wellington Museum de Londres que constituye una versión del conocido retrato de la Doria Pamphilj, que el pintor se llevó a Madrid y que se expone en primicia en España para esta exposición.
Le acompañan en esta primera sala los retratos de los cardenales Camillo Massimi de The Bankes Collection (National Trust), de Camillo Astalli Pamphilj de la Hispanic Society of America de Nueva York y del oficial mayor de la secretaría del Papa Ferdinando Brandani, nueva identificación del llamado Barbero del Papa del Museo del Prado.

Paralelamente a esta etapa de Velázquez en Roma, en Madrid, Mariana de Austria había contraído matrimonio con Felipe IV a finales de 1649 y llegaba a la ciudad como nueva reina. La exposición pretende, en este segundo ámbito, documentar el regreso de Velázquez a la capital en 1651, tras mucha insistencia del rey, y comparar algunos de los retratos romanos con los que realizaría de la corte a su llegada. Felipe IV del Museo del Prado, La infanta María Teresa del Metropolitan Museum de Nueva York o La reina Mariana de Austria también de la colección del Prado revelan la vuelta al hieratismo y distancia que el pintor había empleado en sus retratos con anterioridad, antes de su expresiva época romana.

Esta vuelta a la corte constituye el núcleo central de la muestra ya que está compuesto por los retratos reales que hizo Velázquez desde su llegada a Madrid hasta su muerte en 1660. Se trata de un conjunto de piezas que conforman un capítulo aparte de su carrera por su singularidad iconográfica y técnica y por su nivel de calidad extremadamente alto.

El universo femenino e infantil invade por primera vez su catálogo y compone el ámbito tercero con obras como La infanta María Teresa, El príncipe Felipe Próspero o La infanta Margarita, en azul y oro, todas pertenecientes a la colección del Kunsthistorisches Museum de Viena. En esta etapa, el color se hace más denso, variado y suntuoso y se incorporan las alusiones espaciales a los retratos reales. Entre estas obras destaca especialmente Las Meninas, pintura que no figurará físicamente en el espacio expositivo de la muestra, pero que forma parte fundamental de este núcleo central porque supone una formidable reivindicación del género del retrato. Su complejidad la equipara a la más erudita “pintura de historia” y la convierte en el mejor ejemplo del grado de sofisticación al que había llegado la corte española en un momento en el que la cultura atravesaba uno de sus momentos más creativos. Además, en ella, Velázquez realiza unprofundo ejercicio de autoafirmación social y profesional con su autorretrato.

Por otro lado, la demanda de imágenes a que dio lugar la llegada de la nueva reina y el nacimiento de infantes y príncipes obligó a multiplicar el número de retratos y a poner en marcha un activo taller cuyo reflejo se puede contemplar en esta muestra a través de varias versiones de los originales de Velázquez, realizadas en su taller y bajo su supervisión, como La infanta Margarita o La reina Mariana de Austria, ambos procedentes del Musée du Louvre de París.
La exposición finaliza con ejemplos del retrato cortesano posterior a Velázquez de la mano de Martínez del Mazo y Carreño. Partiendo de soluciones velazqueñas, ambos artistas renovaron la iconografía real en una dirección más abigarrada y barroca y crearon una tipología que singulariza el retrato cortesano español del momento respecto a otras tradiciones artísticas incorporando los espacios palaciegos como escenarios.

Catálogo

El catálogo que acompaña a la muestra estará compuesto por tres ensayos: el principal a cargo de Javier Portús, comisario de la muestra; otro en torno a la pintura en la corte española después de la muerte de Velázquez de Miguel Morán Turina, Universidad Complutense de Madrid; y un tercero que analizará los detalles de la corte de Viena a cargo de Andrea Sommer-Mathis, Austrian Academy of Sciences. También incluirá las fichas de las obras expuestas agrupadas en distintas secciones escritas por Javier Portús.

martes, 8 de octubre de 2013

Muestra de "El Surrealismo y el Sueño" - Museo Thyseen

El Museo Thyseen-Bornemisza acoge la muestra El surrealismo y el sueño. El surrealismo no es solamente un movimiento artístico más, sino una actitud ante la vida que tiene su clave principal en la visión de imágenes interiores a las que se llega por el flujo del deseo. Sus planteamientos han influido de manera decisiva en todo el arte posterior y en la sensibilidad contemporánea. La exposición El surrealismo y el sueño, que abre sus puertas el próximo 8 de octubre en el Museo Thyssen-Bornemisza, pretende mostrar que esa huella tiene su raíz más profunda en la vinculación surrealista entre el sueño y la imagen. Con un total de 163 obras de los grandes maestros surrealistas -André Breton, Salvador Dalí, Paul Delvaux, Joan Miró, René Magritte, Max Ernst, Jean Arp o Man Ray-, la muestra propone una presentación temática de la aproximación plástica de los artistas surrealistas al universo onírico. Ya Goya, un siglo antes, había representado el sueño como un ámbito de la realidad humana, sin las connotaciones sobrenaturales o míticas con las que había sido mostrado en el arte anterior, y es él quien abre la senda que abordarán luego los surrealistas. La principal aportación de este movimiento a la concepción artística del sueño es que deja de ser considerado un vacío para ser entendido como la otra mitad de la vida, un plano de experiencia consciente que enriquece el mundo interior, el objetivo de los autores surrealistas. En este movimiento los artistas encontraron, por primera vez, una posición protagonista más allá del papel de musas, algo que destaca la muestra, con piezas de Dora Maar, Leonor Fini, Dorothea Tanning, Meret Oppenheim o Leonora Carrington. (Fuente Diario Expansión, Edición Digital,  08-09-2013)




Salvador Dalí: La miel es más dulce que la sangre, 1941